Regresábamos de Nabasanuka, allá en el Delta del Orinoco y de repente la lancha se detuvo en la mitad del río. Nos miramos, pensamos: ¿Si se había acabado la gasolina?, ¿Si el motor se había enredado con un palo?, ¿Si estábamos perdidos entre esos caños? y le preguntamos al motorista(así le dicen al que maneja lanchas con motor fuera de borda en esos lares) ¿Qué pasaba? mientras la lancha se mecía en el agua. Señaló con el dedo un punto rojo en el agua, ¿un coco flotando, un tronco? Nada de eso, era un mono araguato nadando en esa inmensidad de río.
Acercó la lancha y nos pidió que lo agarráramos y lo subiéramos a la lancha. ¿Y cómo se agarra un araguato en el agua? Por la cola, nos dijo el hombre a nosotros los recién llegados de Caracas. Estábamos en un viaje de trabajo: tres mujeres pediatras, tres jóvenes estudiantes de medicina y yo. Las mujeres nos alejamos lo más posible del mono, dos sacamos las cámaras fotográficas y los chicos trataron infructuosamente de agarrar al araguato por la cola y sacarlo del agua. El motorista se dio por vencido, entregó el mando del motor y rápidamente metió la mano al Orinoco, tomo la cola del mono y lo levantó tratando de meterlo en la lancha.
Y comenzó ese mono a aullar, a chillar, a mirarnos ferozmente. Ese era un animal salvaje tratando de escapar y lo hizo.
El motorista nos aclaró que no era mono araguato sino mona araguata y volvió a sacarla del agua y vimos que efectivamente era hembra por sus genitales abiertos e hinchados como una flor y ¡zas! al agua otra vez la mona y se alejó nadando, ella tan pequeña y tan salvaje.
Pues la mona estaba en celo, nos dijo el motorista, y estaba cruzando el río porque su araguato la llamaba desde la otra orilla. Nos quedamos en silencio y escuchábamos a los monos araguatos o aulladores entre los árboles.
Comenzamos a hablar de ese instinto reproductor, esa pasión desatada, esas hormonas alborotadas de la araguata o de cada uno de nosotros que nos hace ir detrás del araguato que nos llama, no importa el tamaño del río que tengamos que cruzar.
Yo tengo mis historias y espero que usted también las tenga y que sus ganas de hacer lo mejor ( por lo que sea: la vida, el amor, el arte, los hijos, la pareja, la familia, su trabajo, la salud, los amigos, el deporte, los viajes, los libros, la fotografía, la danza, los gatos, los perros, el medio ambiente, el cine, la cocina...) sigan con fuerza y pasión de araguata.
Si vieras ese Río Orinoco que parece un Mar, seguro lo piensas dos veces para lanzarte. Hay cocodrilos, toninas, peces pero se asustan con el ruido.La mona araguata iba en busca de su mono.
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ResponderBorrarConstanza buena reflexión, aunque estoy segura que la pasión son mas cosas que unas cuantas hormonas, estoy contigo, hay que seguir siempre teniendo ganas de hacer lo mejor. Un abrazo
ResponderBorrarSeguro que la pasión es algo más que hormonas alborotadas. Pasión es energía que mueve montañas,lo que nos extrae lo mejor de cada uno para conseguir algo y mejor si el resultado afecta positivamente a todos los involucrados. Gracias Raquel por comentar.
BorrarDesde luego, me encantó el relato y la esencia del relato pero te prometo que si yo estoy dentro de la barca la vuelco del miedo jaaaaa!!!!
ResponderBorrarEl Delta del Orinoco a veces tiene 22 kilómetros de ancho, seguro que te agarras fuerte de la lancha y te aseguras el salvavidas. Un abrazo Mercedes.
ResponderBorrarpero que guay Constanza, tu post es como una novela de intriga. Me ha encantado venir y ahora ya para quedarme.
ResponderBorrarAna gracias por quedarte.Es el mejor de los halagos. Un abrazo
BorrarY la mona habrá llegado del otro lado? Me encantó tu relato, tienes una fotos muy bonitas:)
ResponderBorrarLily: !!!Seguro que llegó al otro lado¡¡¡ No son mis mejores fotos, saqué la cámara, la puse en automático, mientras se mecía la lancha en esas olas de río y me alejaba lo más posible de la mona. Muchas veces es mejor hacer la foto documental que perderla.
BorrarVi tu blog Lily que maravilla...son rutas que quiero transitar. Un abrazo
Qué historia! Muy buena, y yo pensando que los iba a morder y pobre mona estaba tratando de llegar del otro lado por otra cuestión. Habrá logrado llegar? Muy buenas las fotos!
ResponderBorrarMe encantó el post, te mando un beso!
Caro:Esa mona lucho, bramó y aulló por su libertad por hacer lo que quería. Lo que le pedía el cuerpo en ese momento y no hay fuerza más poderosa que la pasión. Un abrazo y un beso.
BorrarEso es instinto reproductor y lo demás tonterías jeje Aunque para tonterías las que hacemos todas "las monas" de este planeta "por amor" :P Una historia muy intrigante y un lugar increíble. ¡Un abrazo!
ResponderBorrarTonterías y con mayúsculas las que he hecho en la vida. Ahora me río y veo a la de antes y me dan ganas de ir y contarle del futuro. Gracias a que he tropezado varias veces con la misma piedra he madurado. Un abrazo Sandra.
BorrarQue relato tan bien contado. Me encantó la manera de introducirnos a la historia de esos enamorados. Y las fotografías que van contando también la historia... Bueno ¡me encantó!
ResponderBorrarSandra gracias por seguir el relato. Colecciono lectores para escribir historias. Un abrazo.
BorrarVine a re-comentar porque no encuentro mi comentario entre los anteriores, pero igual, simplemente lo intento un vez más y si lo vez doble, pues borras uno y ya, que no pasa nada :)
ResponderBorrarQue hermosa historia Constanza,
y que paisajes tan hermosos y que de recuerdos, he cruzado el Orinoco innumerable veces, para los que vamos de la ciudad y luego de varias horas de viaje nos encontramos con aquel paisaje, se nos para la respiración. Cruzar el Orinoco en un bote con motor fuera de borda, (por los lados de Caicara del Orinoco le llaman chalana), es como tratar de cruzar un Tsunami en una tabla de surf, por lo menos yo me sentía así cada vez que lo intentaba, se me paraba la respiración y el enorme respeto por semejante río que pareciera que cobrara vida cuando uno está en el medio y no sabes para donde ir si llegara a pasarle algo a la fulana chalana.
La historia de la araguata me encantó y te cuento que mi vida se parece un poco a esta historia...
Mi araguato me estaba llamando y yo escuché su llamado, sólo que no tenía que cruzar el Orinoco sino, tremendo océano y localizarlo a más de 10.000 Kms de casa. ;)
Gracias preciosa por tu hermoso relato.
Lucy para una baqueana del Orinoco, diez mil kilómetros no son nada. El Río Orinoco a veces tan bravío, a veces tan manso ha sido mi maestro muchas veces. He vencido el miedo en medio de seis horas de tormenta, he aprendido tantas cosas sabias de los indios warao y encontré el paraiso terrenal en Isla Barril.
BorrarQue anécdota tan bonita, además poder ver una mona tan cerca sería toda una experiencia
ResponderBorrarSi Neti. Ver esa mona a centìmetro en su expresión más salvaje impresiona. Un abrazo
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