Caracas
sur
Venezuela
Un regalo en el Parque del Este. Caracas bonita.
27/4/13
Habito Caracas desde hace décadas. Amo el clima aunque cada día es más caluroso. Uno de mis sitios preferidos es el Parque del Este, bueno, el Parque Miranda. Ayer fui a realizar un trámite con transito terrestre y tuve la feliz idea de estacionar lo más lejos posible del lugar de la inspección de los autos y caminar a través de la naturaleza y tomar algunas fotos. El parque estaba precioso: los árboles florecidos, las aves alborotadas, las ardillas como locas recogían semillas, las guacamayas ruidosas picoteaban mangos y almendras, las parejas de enamorados se abrazaban en cada rincón, los deportistas trotaban, corrían, practicaban artes marciales, jugaban fútbol, los niños escolares jugaban acompañados de sus maestras y las familias llegaban con sus pequeños hijos. El aire estaba cargado de humedad, nubes negras se posaron sobre el parque, cayeron gotas grandes que se transformaron en un buen e intenso aguacero tropical. Guardé la cámara fotográfica rápidamente y seguí caminando bajo la lluvia. Comenzó a soplar el viento,caían hojas, flores, pequeños mangos y decidí quitarme los zapatos, andar descalza y disfrutar de ese regalo de frescor, colores, olores con la sensación de libertad y niñez.
Llegué a una cancha de futbolito. Había un partido que siguió a pesar de la pequeña tormeta. Me quedé hipnotizada como si viera una película, pasó un recuerdo y otro. El de mi hijo detrás de la pelota en la cancha, con sus compañeros de equipo corriendo, sudando, gritando, rabiando, disfrutando y celebrando el gol. Y yo, en las gradas viéndolo crecer, tomándole fotos, cruzando los dedos por el empate, preguntando y ahora ¿cuál fue la falta? ¿porque pito el árbitro? Yamandú, mi hijo amado, llegó en ese momento a mi corazón a través de esos chicos pateando el balón debajo de la lluvia. Agradecí la presencia de tantos seres queridos en mi vida y se abrió un claro. Ahí en medio de la lluvia me envolvió una nube de felicidad. Entendí lo que puede ser un momento satori, o samadhi, un destello de lo que puede ser la verdad y sé que la experiencia quedó sembrada en mi vida. Espero que sean semillas de acacia como las que tanto me gustan, que crecen y se convierten en árboles frondosos, umbrosos y coloridos.
En la noche mi hijo me llamó eufórico, por lo que tanto había trabajado en estos años, se logró, pero esa es otra historia.
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Venezuela
Aquí viven Josefina,Napoleón y Maria Luisa, tres hermosos morrocoyes comedores de frutas
Posada Lagunamar en la Vela de Coro.
22/4/13
Vista desde las habitaciones de la posada Lagunamar al atardecer |
El viaje a Coro es largo por tierra desde Caracas, unas seis o siete horas y cerca por aire: unos 45 minutos desde el aeropuerto de Maiquetía en La Guaira hasta Punto Fijo o Coro.
Coro es la capital del Estado Falcón y tiene unos médanos enormes de arena que son una delicia para caminar por esas dunas o deslizarse sentado desde la cima. El clima es caluroso, la vegetación xerofita, la gente tranquila, el viento intenso, la ciudad colonial y pequeña.
Muy cerca queda La Vela y ahí frente al mar mis amigos: Daniela y Alexandre construyeron su posada LagunaMar.
El, libanés, arquitecto y artista diseñó el lugar. Ella, francesa, ex diplomática, fotógrafa y viajera empedernida fue dando calidez al albergue para turistas.
Son siete habitaciones todas con vista al mar y abiertas al viento o si el cliente lo prefiere puede utilizar el aire acondicionado.
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La posada se parece a sus dueños: ecológica, interesante y tranquila. En cada rincón hay una historia y ellos son buenos narradores. Los cubrecamas son de algodón de la India, algunas de las pinturas las hizo Alexandre, las tallas de madera fueron realizadas por diferentes artesanos y artistas venezolanos, hay tapices egipcios a la venta y un café sabroso mañanero preparado por Daniele. Ella se calza sus botas de caucho y se van con Gina, su perra negra, a la lagunita de manglares, que queda al lado, a limpiarla todos los días.
Es el lugar ideal para descansar, frente al mar, cerca de la playa, de las caminerias, los restaurantes populares y al pueblo de la Vela. Lo mejor es el atardecer, sentados cara la viento, viendo el sol sumergirse en el mar caribe lentamente.
Teléfonos de la posada Lagunamar: 0268 2780189 04246405685
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