Llegamos a comienzos de Octubre con días espléndidos, soleados y calurosos y con noches y madrugadas muy frías. El aire limpio, los habitantes amables y el tiempo generoso y calmo. La zona de Capadocia es muy amplia y se justifica ampliamente la elección de un tour para conocerla. En el Hotel Kelebek http://kelebekhotel.com donde nos hospedamos en Goreme tomamos un  tour de un día por varios lugares como: El Valle de las Rosas, Avanos, Uchisar, Neveshir, Derinkuyu. La guía turca en perfecto inglés nos llevo primeramente al valle de las rosas. Recorrimos el valle a través de caminerías y pasajes entre las formaciones rocosas talladas en piedras volcánicas por obra de la naturaleza y del hombre. Ya no se utilizan como viviendas más si como graneros y depósitos de las cosechas de manzanas, membrillos y cereales. Los hombres tallaron nichos para albergar palomas y observamos viejas pinturas en color rojo adornando las montañas.Vimos campesinos trabajando en sus pequeños sembradios de calabazas. En medio del valle encontramos un anciano que nos ofreció frutas deshidratadas como higos, albaricoques, manzanas, uvas y almendras. Las compramos gustosamente y seguimos caminando por el valle.
El Valle de las Rosas





El Hotel Cava Kelebek en Goreme

Realmente la estancia en el Hotel Cava Kelbek en Goreme es deliciosa. La foto de arriba a la derecha no pertenece al Hotel, fue tomada en una de la cuevas vivienda talladas por los hombres dentro de las formaciones rocosas en Capadocia. El hotel está construido parcialmente entre estas formaciones y algunas habitaciones si están totalmente en la roca. Es un sito grato, plácido con personal muy entrenado y amable. El te de manzana está siempre disponible para los huespedes, servicio de internet, comedor, desayuno incluído en el precio, haman o baño turco, traslados, reservas en tours, restaurantes, viajes en globo, chimenea en las noches frías. Hasta los animales son amigables: gatos y el joven perro te acompañan para que no extrañes las mascotas que dejaste en casa.

Los Viñedos
Las últimas uvas de la temporada
El tour incluía una cata de vinos y visita al viñedo. El vino está presente desde tiempos remotos en esta región. Cuando visitamos las ciudades subterráneas pudimos comprender la importancia que los antiguos habitantes daban al vino. La ciudad subterránea de Derinkuyu ofrece siete niveles bajo tierra, a ser visitados por los turistas. Los refugios se construyeron para defenderse de los invasores que arrasaban poblados enteros. La entrada al refugio se hizo a la medida de un hombre para poder controlar a los enemigos si lograban penetrar el lugar. Luego en cada piso hay amplias salas. En los primeros pisos hay espacio para el ganado, almacenar cereales, alimentos y vino. Desde orificios en la superficie, era posible enviar las uvas hasta los depósitos subterráneos para convertirlas en vino.
Conocimos un viñedo en una esquina de un pequeño pueblo y catamos vinos jóvenes, perfumados y ligeros en la muestra comercial de vinos de la región.

Artesano en una demostración de elaboración de cerámica  en Avanos
Tienda de cerámica en Avanos: se pueden adquirir piezas exclusivas pintadas a mano o piezas elaboradas en serie


En el pueblo de Avanos se trabaja en barro desde los remotos tiempos de los Hititas. La guía nos llevó a un fábrica de cerámica donde nos ofrecieron una demostración de como un artesano convirtió una pelota de arcilla en una botella de vino. Pasamos a la exhibición comercial donde se pueden adquirir piezas realizadas completamente a mano u otras mucho más económicas realizadas en serie. Mi hija me compró una bella taza con su plato, así como de sultana. Así me siento, regia, cuando tomo café o te en esa taza en Caracas, donde vivo actualmente.
Agricultores en Capadocia

Guiso al pote...cocinada en recipiente de cerámica


Uno de los mayores disfrutes y gozos de los sentidos en este viaje fueron los sabores y olores. Durante el tour la guía nos mencionó que  en Goreme acostumbraban cocinar un guiso de carne de res, de cordero o de pollo en recipientes de cerámica  que se rompían al servirlos en el plato. Con esta información llegamos al hotel y nos hicieron las reservas en un restaurant en Goreme. La cita era a las ocho de la noche y elegimos guiso de pollo con anticipación. Yo quería ir a un caravasar, centro de reunión de las caravanas en el desierto, para ver a los derviches bailando en la arena pero se superponían los horarios y mi hija, más terrenal prefirió la cena.
Fuímos caminando cinco minutos hasta el pueblo y el restaurant funciona en una vieja vivienda familiar turca. Nuestro lugar estaba puesto en lo que era la vieja habitación matrimonial y la cena estaba a punto. El mesero, rompió la punta del envase de cerámica y derramó en el plato un suculento y humeante pollo en trocitos. El vino servido en copas de barro, el pan arabe recién horneado, las ensaladas y acompañamientos completaron ese momento en que nos sentimos acompañadas de la pareja que habitaba ese espacio cientos de años atrás.