La iglesia, mejor la basílica de Santa Sofía fue construida en el año 538. Cuando la toma de Estambul en 1543 por parte de los otomanos la convirtieron en mezquita hasta que el presidente Ataturk en 1934 ordenó que se transformara en museo recuperando muchos de los mosaicos bizantinos que habían sido cubiertos por los otomanos. Se imaginan todo lo que tiene que contar esta bellísima construcción...
Fue construida por el emperador Justiniano, bueno realmente por más de cien mil obreros y cien capataces que trabajaron arduamente durante cinco años.
 Afortunadamente el día que visité la mezquita, mi cámara fotográfica  se dañó y tuve que ver  bien con los ojos y grabar en la memora utilizando todos mis sentidos.
La iglesia es enorme, bella, construida en marmol y se puede seguir la ruta de los mosaicos bizantinos en recuperación, ver las hermosas caligrafías doradas escritas en árabe,  quedarte de pie, en el segundo piso, en el lugar donde la emperatriz seguía las ceremonias religiosas, cerrar los ojos y ponerse en su lugar, ver un un rincón en el piso la tumba de Dándolo el veneciano ciego y anciano que siguió a los francesces e ingleses de la III cruzada en 1204. Los cruzados saquearon los tesoros de la iglesia en nombre de la cristiandad. Realmente Dándolo se fue con los cruzados por que quería asegurarse que le pagasen el transporte y las provisiones que él les había dado en Venecia.
Fatih Sultan Mehnet el conquistador de Estambul gastó gran parte de su fortuna para convertir a Santa Sofia en mezquita y lo logró. Arrancaron las cruces de las paredes, cubrieron para fortuna nuestra, los mosaicos con capas finas de cal, construyó un mirab, el minarete y la escuela coránica.
Desde 1934 Santa Sofía es museo y se restauraron los frescos donde podemos algunas de la primeras imágenes de Cristo.
Santa Sofía impresiona, es hermosa, enorme y amigable. Te cuenta los secretos de sus paredes, de los hombres y mujeres que reverenciaron a Cristo o a Mahoma, de emperadores romanos que caminaron por su nave central, de cruzados codiciosos que robaron los mosaicos dorados de pisos y paredes, de miles de creyentes musulmanes o cristianos que oraron en este recinto sagrado. Aprendes y te maravillas de ver al lado de una imagen de Cristo un verso en árabe del Corán tan hermosos el uno como el otro. Santa Sofía nos enseña que somos hermanos.