Museo Getty
Entrada al Getty Center de Los Ángeles
El centro Getty es enorme. La entrada es gratuita siempre y se llega subiendo la colina en un tranvía o tren que asciende suavemente  desde el estacionamiento hasta el conjunto de edificios. En la primera visita me atrapó  el exterior del Getty diseñado por el arquitecto norteamericano Richard Meier a petición del millonario petrolero Paul Getty.
Construido en mármol travertino de color beige, alberga colecciones de arte, exhibiciones permanentes y ocasionales de pinturas, esculturas, fotografías, cerámicas, muebles, un centro de investigación, de restauración, actividades educativas, talleres  diarios, conciertos en la noche, conversaciones con artistas y escritores y muchas actividades más.


Ese domingo había un taller de dibujo a mano alzada con una modelo quietica en medio de ese calor tan intenso. Pero la brisa corría en el espacio abierto, de techos altísimos entre los dibujantes de todas las edades.


Cuentan que al arquitecto Meier no le hizo mucha gracia que su obra no fuera blanca y que no le gustó para nada el paisajismo de Robert Irwin, pero donde manda capitán no manda marinero y la Fundación Getty invirtió más de mil millones de dólares en la construcción del Centro Getty y aprobó el proyecto. Los jardines exteriores son hermosos con variedad de plantas y fuentes que estaban apagadas a consecuencia de la sequía intensa en California.


Sin embargo corre el agua en algunas partes para delicia de los visitantes que se refrescan especialmente los niños.


El restaurante ofrece un menu variado, saludable, espacios con aire acondicionado y una gran terraza al aire libre con vistas sobre la ciudad de Los Angeles.

Entre las facilidades del Getty, está la disponibilidad de sombrillas para los usuarios.

En pocas horas uno se da cuenta que se necesitan muchas visitas para mirar y disfrutar tanta belleza.
Visitamos varias salas con exposiciones de pintura, escultura y fotografía. La pintura que más recuerdo, Los lirios de Van Gogh y las fotografías de la japonesa  Ishiuchi Miyako de objetos personales encontrados después de la estallido de la bomba nuclear en Hiroshima. Más impresionante aún sus grandes fotos de las cicatrices en los cuerpos de personas. Eso si, el alma queda revuelta.